- ...
Supongo que podría decirte que veo tu pelo moreno, corto. Tus ojos, también oscuros, que cuando me miran me hipnotizan. Que me hacen enrojecer aunque intente disimularlo con todas mis fuerzas para que no te des cuenta. Que ejercen tal magnetismo sobre mí que me impiden dejar de mirarte y que me obligan a buscarlos cuando no me están mirando.
También veo tu boca. Y tu sonrisa. Me encanta cuando sonríes. Pero hasta cuando no lo haces, me encanta. Porque sé que está ahí, aunque a veces se esconda.
Pero la mejor respuesta es, sin duda, que te veo a ti. Que veo lo que llevaba mucho tiempo buscando. Porque eres esa persona que hace tan bello mi presente, que haces que valga la pena recordarlo.
Ojalá se hubiera atrevido a decir todo eso. Pero la única respuesta que salió de ella fue una sonrisa y un simple y vergonzoso "A ti".
Y mientras ella pensaba que decir, él se quedaba absorto mirándola. Era tan perfecta… Sin duda lo que más le fascinaban era sus ojos. Esos ojos, de ese color que tanto le gustaba. Pero no era sólo eso. Es la luz que transmiten. Con sólo mirarlos ya sentía que todo iba bien. Que nada podía ir mal siempre que ella estuviera ahí.
Y lo único que sucedió fue un intercambio de sonrisas y miradas cómplices. Cómplices de algo que ninguno de los dos sabía todavía.